Así como te sujeto de la espalda, es la misma forma que me enseñaste a sostenerte la primera vez... Mis manos se moldearon a ti.
A decir verdad lo que miras hoy en mí, es gracias a ti; mi caminar, mi hablar, mi besar, mi acariciar, mi amar.
Y es que eres la necesidad más sana a la que puedo depender, curas todo en mí; desde un insignificante dolor muscular hasta un inmenso dolor en el corazón, pasando por mi feroz apetito que lo llenas siempre con el mejor platillo: tu amor.
Es verdad que por más que me aferre a tu cintura llegara el momento de la despedida... Es doloroso, bastante, pero sé que detrás de una despedida siempre llega el momento en que planeamos nuestro próximo mágico encuentro.
Existe una distancia pero te aseguro: ¡no estamos separados, amor!
Pienso en ti como si fuera una tarea diaria para sobrevivir por parte de mi cerebro y corazón.
Estoy contigo, aquí, retando la teoría de la física que habla que un cuerpo no puede ocupar dos espacios en el mismo tiempo.
Estoy contigo en lo más profundo de tu ser así como tú te adentraste a lo más profundo del mío.
Estoy contigo hoy, lo estuve ayer y sin dudar… Lo estaré siempre.
